A Daniel
No sé cuando entró en mi vida, ni cuando le vi por primera vez. Cuando intento hacer memoria lo primero que recuerdo es con unos 8 años subir por el portal y encontrar a un hombre sentado en rellano del tercero, que daba a una galería comercial, con un pequeño piano de plástico en las piernas, con un aspecto desolado. Era Daniel. Y el día que le conocí, su piano se había roto y no sabía como arreglarlo.
Daniel era ciego, y tenía unos preciosos ojos azules y unas delicadas manos blancas de pianista. Era alto y delgado y siempre llevaba un abrigo de lana y una boina. Y siempre fue un anciano. Nunca supe a ciencia cierta cuántos años tenía. Vivía con una hermana y un hermano de edad indefinida también. Gente modesta pero muy digna. Por lo que contaban, en sus tiempos habían sido gente adinerada, gente "con estudios" (me encanta esa expresión y lo que implica) y Daniel era un gran pianista. Nunca supe porque ninguno de ellos se casó, ni cómo se quedó ciego Daniel.
El día que le conocí, le llevé a casa para que mis padres arreglaran su piano (a esa edad los padres aún saben arreglar todas las cosas). Tras comprobar que esto era imposible, acabamos regalándole mi piano, traido de Inglaterra, e infinitamente mejor que el roto. Ahí se truncó mi carrera de pianista, que abandoné alegremente por la flauta, y empezó mi amistad con Daniel.
Todos los fines de semana, Daniel venía a nuestro portal, se sentaba en algún rellano y nos hacía un recital de un par de horas con su pianillo. Al tiempo que tocaba, tarareaba por lo bajini las canciones (en su mayor parte canciones populares gallegas tipo "oliñas veñen..." ) y lo acompasaba con golpecitos con los nudillos en el piano. Yo entendía perfectamente aquello puesto que la acústica del portal era estupenda y hacía que los instrumentos sonaran como en una catedral. Lo sé porque yo he dado algún recital con mi flauta también.:P
Curiosamente, ningún vecino se quejaba (unos santos, eso eran), y eran muchos los que formábamos parte de su ruta. Cuando acababa solía pasarse por las casas de algunos, le felicitábamos y le dabamos galletas, o una magdalena (le encantaba el dulce). También había quien le daba medicinas, otra de sus aficiones (aspirinas y cosas así). Todas las Navidades alguno le regalaba un piano nuevo.
Daniel nos conocía a todos por nuestra forma de andar y posiblemente por nuestro olor. Yo a veces hacía la prueba e intentaba pasar a su lado sin que me oyera, conteniendo la respiración. Pero nada, siempre me pillaba: Eres Fulanita, la hija de Mengana y Futano. Tenía una memoria asombrosa y sabía nuestra biografía (que nos iba sacando en cada encuentro, qué estudiábamos, cuántos años teníamos ya, etc.) No recuerdo cuando murió tampoco. Yo estaba fuera de casa, en la Universidad o en Londres, a saber.
Y hoy, no sé por qué, me he acordado de él. A lo mejor porque ya no suena el piano en ningún portal.
Saludos
Nuala
PD: Nadie muere del todo si le recuerdan; nadie vive del todo si le olvidan.
Posted: 6/6/2004; 1:38:45 AM
Daniel era ciego, y tenía unos preciosos ojos azules y unas delicadas manos blancas de pianista. Era alto y delgado y siempre llevaba un abrigo de lana y una boina. Y siempre fue un anciano. Nunca supe a ciencia cierta cuántos años tenía. Vivía con una hermana y un hermano de edad indefinida también. Gente modesta pero muy digna. Por lo que contaban, en sus tiempos habían sido gente adinerada, gente "con estudios" (me encanta esa expresión y lo que implica) y Daniel era un gran pianista. Nunca supe porque ninguno de ellos se casó, ni cómo se quedó ciego Daniel.
El día que le conocí, le llevé a casa para que mis padres arreglaran su piano (a esa edad los padres aún saben arreglar todas las cosas). Tras comprobar que esto era imposible, acabamos regalándole mi piano, traido de Inglaterra, e infinitamente mejor que el roto. Ahí se truncó mi carrera de pianista, que abandoné alegremente por la flauta, y empezó mi amistad con Daniel.
Todos los fines de semana, Daniel venía a nuestro portal, se sentaba en algún rellano y nos hacía un recital de un par de horas con su pianillo. Al tiempo que tocaba, tarareaba por lo bajini las canciones (en su mayor parte canciones populares gallegas tipo "oliñas veñen..." ) y lo acompasaba con golpecitos con los nudillos en el piano. Yo entendía perfectamente aquello puesto que la acústica del portal era estupenda y hacía que los instrumentos sonaran como en una catedral. Lo sé porque yo he dado algún recital con mi flauta también.:P
Curiosamente, ningún vecino se quejaba (unos santos, eso eran), y eran muchos los que formábamos parte de su ruta. Cuando acababa solía pasarse por las casas de algunos, le felicitábamos y le dabamos galletas, o una magdalena (le encantaba el dulce). También había quien le daba medicinas, otra de sus aficiones (aspirinas y cosas así). Todas las Navidades alguno le regalaba un piano nuevo.
Daniel nos conocía a todos por nuestra forma de andar y posiblemente por nuestro olor. Yo a veces hacía la prueba e intentaba pasar a su lado sin que me oyera, conteniendo la respiración. Pero nada, siempre me pillaba: Eres Fulanita, la hija de Mengana y Futano. Tenía una memoria asombrosa y sabía nuestra biografía (que nos iba sacando en cada encuentro, qué estudiábamos, cuántos años teníamos ya, etc.) No recuerdo cuando murió tampoco. Yo estaba fuera de casa, en la Universidad o en Londres, a saber.
Y hoy, no sé por qué, me he acordado de él. A lo mejor porque ya no suena el piano en ningún portal.
Saludos
Nuala
PD: Nadie muere del todo si le recuerdan; nadie vive del todo si le olvidan.
Posted: 6/6/2004; 1:38:45 AM
2 comentarios
Nuala -
Y -